Esta historia si que deja huellas; y un gran recuerdo para los personajes que lo vieron. Uno que esta acostumbrado a ver películas, en algún momento de la vida, va en realidad uno cada día construye y vive su propia película. En fin, recuerdo aquel día de octubre, que con mi amiga de viaje, nos habíamos levantado muy temprano, estábamos en la ciudad de San Juan, ansiosas por conocer el tan nombrado valle de la luna, pero nos paso algo inesperado; estábamos allí esperando, esperando que nos vengan a buscar y nadie llego, empezamos a llamar por teléfono y el silencio nos angustiaba mas. Hasta que decidimos ir a la agencia de viajes en el centro de la ciudad, consientes y tristes porque sabíamos que ya el viaje no lo podíamos realizar y que era imposible llegar a tiempo a los parques porque las distancias eran largas. Pero de pronto, cuando ya habíamos cambiado el rumbo, un llamado y una esperanza no despertó. Si fueron en ese momento las palabras mágicas, nos dijeron que un remis nos iba a pasar a buscar y llevarnos a una plaza en San José de Jáchal; lo que no sabíamos es que estábamos aproximadamente a 1 ½ hora de ahí y entonces el remisero nos dio la noticia , y este sanjuanino también sorprendido y agradecido porque era un día sábado esos días que los remises no tienen mucho trabajo y a Pablo le dijeron tenés un viaje a jachal y el nos paso a buscar. Empezamos a recorrer kms con su gran amabilidad el remisero paso a se nuestro gran guía de turismo, nos contٌó muchas historias mientras transitábamos esas rutas solitarias y ahí es cuando digo que construimos nuestra propia película, cuado llegamos a Jachal nos avisaron que nadie nos estaba esperando y recuerdo mucho las palabras de Pablo cuando dijo “Ahora no son dos las pedidas , somos tres”, porque nadie nos viene a buscar y con sinceridad nunca fui mas allá de la frontera con la provincia vecina y así los tres con la música y los mates nos acompañaron en la continuación de nuestro viaje hasta La Rioja, al parque Talampaya, parecíamos Telma y Louis pero con chofer y con la música de rock nacional de nuestra época, que historias y que adrenalina porque ninguno sabia que nos esperaba en el camino y pasamos por huaco un camino bastante peligroso con muchas curvas y túneles. Que experiencia maravillosa y que gran recuerdo, es mas esto no termina ahí; cuando llegamos a Talampaya estaba él, el guía que estaba preocupado y no es para menos, pensó que nosotras le íbamos hacer una historia, pero realmente se salvo, porque ese día sábado recorriendo las rutas argentinas y con la buena onda de Pablo, la verdad es que no queríamos apagar esa alegría y lo importante es que llegamos a destino, sumando amigos que quedan en el recuerdo de anécdotas que son propias de los viajes. Al continuar nuestro recorridos, nos sumamos a una amiga mas, y las tres recorrimos las calles super tranquilas de un lugar llamado San agustín del valle Fértil, descanzamos y al otro día no fuimos a recorrer el valle de la luna.
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